Acabo de llegar de la calle y se respira alegría y felicidad. Los resquicios de la fiesta del orgullo gay se mezclaban con personajes enfundados en la camiseta de España, ancianos que saldrían de alguna celebración, parejas que se besaban, jóvenes de aspecto extraño que iban pitando dentro de los coches y tipos como yo que venía de tocar un par de canciones en el Costello Club para la fiesta de presentación del sello Gran Derby. Una mezcla genuina y única.
El calor es asfixiante pero la magia se pega incluso más que el sudor...
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